La pugna entre el ello y el super-YO es constante.
En donde finalmente el yo es quien decide a quien obedecer es una atadura
constante, en donde se hace uso de los mecanismos de defensa y la esencia de
las pulsaciones de vida y muerte durante el proceso psicosexual de las
personas, dan margen a lo que se ha reprimido pero que se encuentra latente y
que finalmente al hacer consciente aquello que esta pre-consciente se estará a
un paso más de la cura.
Asimismo, los mecanismos de defensa del yo ante sus amos son por naturaleza esenciales, tienen una función, para algo están, para algo se crean, para algo continúan.
Si bien, para llegar a la cura es
necesario hacer consciente lo inconsciente, habría que llegar más allá de este
esquema, puesto que siento que no sólo hay que vivirse en esto, posiblemente
cuando lo que se encuentra en el pre-consciente llegue al consciente, y
finalmente sea el desenlace del método terapéutico, quizá es el comienzo de
“algo”, un algo que trascienda del consciente con el objetivo de perseguir no
sólo la cura, sino otro “algo”, un despertar de un sueño entre la mezcla de
inconscientes enmascarados y preconscientes queriendo salir a la consciencia.
Por consiguiente, la etapa psicosexual de “madurez”, vista
como genitalidad, es un ideal de mi YO (según yo, quien decido creer en eso), el cual no es real (lo ideal, no es real) pero que lo
persigo, porque finalmente, mis rasgos de personalidad me hacen aún más ver la posibilidad de que NO ME VIVO totalmente libre, y esta escrito en mayúsculas, porque es un no vivir, es un no yo,
debido a que mi yo, es decir "yo" me vivo en el constante mandato de un super-YO moralista y represor y que al no obedecer a mis aparentemente “propias” ideas,
surge la culpa, pero cuando vivo en ocasiones en rebelión dándole paso a mi
ello, soy igual de reclusa, viviéndome bajo el mandato de “alguien-algo”, quien
aparentemente soy “yo”, pero que no lo es así.
Esto me hace preguntarme ¿qué es
lo que realmente YO quiero?,
y te pregunto, ¿tú eres realmente libre?.