jueves, 24 de noviembre de 2011

"De la teoría a la práctica NO hay un solo paso."


La pedagogía reconocida como ciencia, es el cuerpo doctrinario y aplicable, sin embargo, a partir de la admisión como profesión por parte de la Ley Federal de Educación del 73 (Villalpando, 1997), nos lleva a constituirla como una práctica científica y a su vez refutada en la teoría, gracias a su constitución de una actitud normativa y formativa, y  a merced de la didáctica, posibilita la llegada de determinada información a quienes pretenden poseerla, pero claro, no cualquiera puede llegar a tenerla, pues dentro de ésta existen limitantes intrínsecas del individuo que posibilitan o desfavorecen la adquisición de la pedagogía como profesión (Daniels, 2009).
La didáctica tiene bases científicas y por ende rigurosas, que residen en la integración de la superación del sujeto gracias a una programación adecuada, es decir; “la pedagogía actúa como ciencia y la didáctica como técnica” (Villalpando, 1997). El hecho es que el ejercicio de la pedagogía como profesión tiene ciertos matices que agravan el problema de la enseñanza-aprendizaje y por ende de la educación en México (Sánchez, 2004), el auge del problema, reside en que la didáctica que plantean algunos docentes se ve limitada a las mismas habilidades propias del individuo, y a sabiendas de esto, en el ejercicio de la práctica no cabe duda que nos ha tocado poder observar e incluso experimentar a sujetos, que con sinceridad en vez de apoyar una pedagogía teleológica y mesológica se orientan a prácticas fuera de  la misma ontología de la ciencia y por ende los principios y objetivos se ven truncados al no llegar a un aprendizaje pleno por parte del alumnado (Ferrini, 2006).
En otros ámbitos, uno de los propósitos de la pedagogía en sentido teleológico; es la solidaridad, el humanismo, la conciencia social, el bienestar nacional, entre otros, sin embargo por un lado, la didáctica pedagógica promueve modelos educativos basados en competencias, que venden la idea fomentada en la mejora del nivel del alumnado (Pierre, 2004) pero sin embargo, dejamos pasar el hecho de ver a los educandos como objetos, y digo objetos, porque al parecer somos propiedad y tenemos cierto valor, se nos ha dejado de ver como la razón de ser “el punto de partida y el fin del proceso educativo” (Villalpando, 1997), y a su vez el valor del “sujeto”, incrementa al adquirir más y mejores conocimientos, promovido a través de infomerciales donde se navega con la bandera, de que ciertas instituciones educativas aumentarán nuestras habidas posibilidades para adquirir cierto prestigio, estatus y por ende “valor” (Rousseau, 2004), pero lo que realmente no se dice y es de suponerse que ni siquiera se quiere ver, es que se fomenta a su vez el individualismo y el desarrollo de hábitos en donde se promueve el poder sobrepasar ante los demás a costa del bienestar nacional, dejando de lado el espíritu del servicio, para después lamentarse y suspirar como sociedad, por una democracia participativa, cuando somos quienes creamos un pueblo, con una mentalidad diseñada en el tipo de mexicano que se encuentra al servicio de una realidad externa. Pero lo que hay que aclarar y es necesariamente justo, es que la pedagogía es la ciencia, y la aplicación de la didáctica, lleva implícito la acción inherente de cada sujeto que ejerce la profesión y por ende, de la teoría a la práctica no hay un solo paso.

Referencias.
Daniels, H. (2009), “Vigotzky y la pedagogía”, Paidós, D.F.
Ferrini, M. (2006), “Bases didácticas: Educación dinámica”, Progreso, D.F.
Pierre, L. (2004), “Pedagogía y política, Rousseau”, Trillas, D.F.
Rousseau, J. (1999), “Emilio”, Trillas, D.F.
Sánchez, M. (2004), “Pedagogía con afecto”, Diana, D.F.
Villalpando, J. (1997), “Didáctica de la pedagogía”, Porrúa, D.F.

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